El año pasado, se presumía que los Knicks finalmente habían encontrado su respuesta en la posición de base. La firma de Kemba Walker fue más que un regreso a casa, fue la visión de los fanáticos de un distribuidor del balón que podría proporcionar el impulso que el equipo necesitaba para hacer algo de ruido en la Conferencia Este. Finalmente, la etapa de Walker fue un fracaso y en la agencia libre le dieron una oportunidad de oro a Jalen Brunson para que se convirtiera en el comandante del equipo.

Por ahora, la apuesta de los Knicks con Jalen Brunson como base armador ha sido exitosa, o al menos eficiente. Brunson se ha convertido en el administrador de los tiempos del juego, y el tomador de decisiones del equipo neoyorquino. Con una mentalidad de distribuir el balón a sus compañeros ha sido uno de los principales responsables de que Julius Randle, el All-Star de la franquicia, elevara su juego con respecto a la temporada pasada. A pesar de que Randle es el jugador franquicia, Brunson es quien suele tomar los tiros en el ‘clutch’ y suele ser efectivo.

En el costado defensivo, aunque es un jugador de baja estatura (al igual que Kemba Walker) no se convierte en una debilidad defensiva y con sus 6’1 de estatura utiliza su fuerza y rapidez para interceptar pases y robar el balón a sus contrarios en el drible.

El base de los Knicks no fue elegido para ser All-Star esta temporada, pero aún así tiene números de All-Star. Brunson promedia 24 puntos, 3.6 rebotes, 6.2 asistencias y se acerca al 50% de tiro de campo y lanza por encima del 40% desde la línea de tres. De nuevo, si no se considera exitoso, al menos no hay duda de que ha sido eficiente.

En este momento, los Knicks se ubican en la quinta posición del este y están muy cerca de asegurar su plaza directa a los playoffs. Por supuesto, Brunson no puede solo y va a necesitar que jugadores como RJ Barrett o Mitchell Robinson eleven su juego para que respalden a Randle y a Brunson si este equipo comandado por Tom Thibodeau quiere llegar lejos en la postemporada.